lunes, 29 de diciembre de 2008

Blas Pascal 1670

El hombre no es más que un junco, el más debil de la naturaleza, pero un junco que piensa. No es necesario que el Universo entero se arme para aplastarle. Un vapor, una gota de agua son bastantes para hacerle perecer. Pero aún cuando el Universo le aplaste, el hombre sería más noble que lo que le mata, porque él sabe que muere. Y la ventaja que el Universo tiene sobre él, el Universo no la conoce.
Toda nuestra dignidad consiste pues, en el pensamiento. Esto es lo que puede ensalzarnos, no el espacio y la duración que nosotros no podríamos llenar. Esforcémonos, por consiguiente en pensar bien: he aquí el principio de la moral.
El hombre está visiblemente constituido para pensar, esa es toda su dignidad; y todo su mérito, y todo su deber consiste en pensar como es debido (...)

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ernesto Sabato - La Resistencia

"La presencia del hombre se expresa en el arreglo de una mesa, en unos discos apilados, en un libro, en un juguete. El contacto con cualquier obra humana evoca en nosotros la vida del otro. La expresividad del hombre deja huellas a su paso que nos inclinan a reconocerlo y a encontrarlo."

"Los hombres , a su paso, van dejando su vestigio; del mismo modo, al retornar a nuestra casa después de un día de trabajo agobiante, una mesita cualquiera, un par de zapatos gastados, una simple lámpara familiar, son conmovedores símbolos de una costa que ansiamos alcanzar, como náufragos exhaustos que lograran tocar tierra después de una larga lucha contra la tempestad."

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Te extraño... me extrañas?

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Sí insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo.Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.


No podemos estar en el presente añorando el pasado.Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.



El pasado ya pasó.No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres...

jueves, 4 de diciembre de 2008

Julian Beever



Julian Beever es un artista británico que se dedica a dibujar con tiza. Ha creado dibujos de tiza en 3D en el pavimento utilizando un método llamado anamorfosis que crea una ilusión óptica. Sus dibujos en las calles desafían las leyes de la perspectiva.

Aparte del arte en tres dimensiones, Beever pinta murales y réplicas del trabajo de grandes maestros del arte. Usualmente lo contratan para crear murales para compañías. Asimismo se dedica a la publicidad y el marketing. Ha trabajado en el Reino Unido, Bélgica, Francia, Holanda, Alemania, los Estados Unidos, Australia y España.

Desde el 2004 una cadena de correo con algunas de las obras de Beever ha estado circulando por Internet. El juego visual que proponen las imágenes ha sido confundido por muchas personas como producto de una edición fotográfica.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

TAL VEZ LA MUERTE

Comenzamos a andar por el camino, ninguno recordamos su principio y todos ignoramos el final. La vida persiste hundiendo sus raíces hasta la capa más profunda de nuestra existencia. Es triste no saber por qué vivimos, pero más aun lo es el no saber morir. Sólo quien entiende la muerte puede amar verdaderamente la vida.

La razón nada nos explica y huye por entre la rendija de la ignorancia. Los grandes enigmas se ocultan a nuestro entender, a la inevitable levedad del ser.

Sujetamos nuestra débil existencia a las cadenas del tiempo, tan inmutables como el vacío. Sus eslabones, uno tras otro, se van enmoheciendo y podridos por la herrumbre se convierten en polvo. La eternidad tal vez sólo sea un momento, un pequeño suspiro escapado de las más oscuras profundidades. ¿Por qué preocuparnos por lo que irremediablemente ha de ocurrir?

Arrodillado ante un manantial sumerjo mi rostro regocijándome en las aguas claras y frías. La Muerte está invitada a beber pero a mí, como al arroyo, esto no me debe preocupar.